Mantener los horarios. Poner el despertador e irse a la cama a la hora habitual ayudará a mantener el ritmo y vivir la situación con menos ansiedad.


Marcar una tabla con rutinas. A los niños les da mucha seguridad saber que se va a hacer en cada momento. Elabora un calendario para después situarlo en un lugar visible para todos.
Primero las obligaciones y luego el ocio. Tras el desayuno hay que dar paso a los deberes mientras los padres trabajan.


Intentar que se muevan y hagan deporte. Se pueden hacer divertidas rutinas en casa.
Cuidar la alimentación. Es muy aconsejable mantener los horarios de las comidas, igual que en el periodo escolar.


Poner límite al uso de las pantallas. Establecer unos tiempos máximos diarios, el resto para jugar con juguetes tradicionales o juegos de mesa, por ejemplo.
Plantear la situación como un reto. Esta situación hará que las personas sean más resilientes y toleren mejor la frustración.


Paciencia. A los más pequeños habrá que repetirles cada día que no es posible salir de casa y que papá y mamá están trabajando en casa.
Dejar un espacio para hablar de las emociones. Una buena idea puede ser dibujar con los más pequeños cómo se sienten cada día.


Confianza. Confiar en uno mismo y pensar que se está haciendo lo correcto es muy importante. Cuando los hijos crezcan recordarán con cariño todo lo que sus padres hicieron.